Es un símbolo muy encontrado en antiguos montículos funerarios celtas e incluso en famosas catedrales.
Se dice que para los celtas significaba el interior del ser humano, el camino de la vida rodeado de círculos que
representaban el aprendizaje físico, mental y espiritual.
Muchos indican que incluso podría significar el continuo ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento; algo muy enraizado en la cultura celta y que se llegó a celebrar dentro de algunos, ciertos rituales solares y danzas sagradas.
Según algunos historiadores algunos laberintos eran realizados de tal forma que en determinados ángulos coincidiesen algunos de sus árboles sagrados: el roble, la hiedra, el arce y el avellano.
No es casualidad que los propios celtas definieran este símbolo como el circulo sin fin, el camino que tras sucesivas reencarnaciones todos realizamos.
Imágenes: Dynara
Tarot de la Zarina - Mayo 2012
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