Soy el auriga, quien conduce El Carro. He comprobado que la mayoría de las veces desconocemos nuestra meta real. Creemos saber adónde vamos y, en el camino, algo nos hace cambiar de rumbo o “tomar atajos” para terminar en un punto diferente al planificado. A veces logramos llegar a la meta, pero no resulta ser lo que esperábamos; pues no siempre, o casi nunca, las cosas son tal como las planeamos. Pero no siempre el cambio de planes es un desastre (Piensa en el proyecto de Colón). Lo que sucede es que el camino es la meta...
El sabio nunca dice “yo sé”, sino “yo creo saber” y se deja guiar por las señales. Si llega a un lugar inesperado o logra un objetivo no buscado, no lo ve como problema: Se sorprende y se entusiasma con el nuevo reto. Conectado a las intangibles fuerzas que lo guían, se adapta a lo nuevo lo más pronto posible, para aprender lo que deba aprender y seguir adelante. Así tu inteligencia, voluntad y adaptabilidad te conducen al logro de objetivos. Revisa tus motivaciones y permanece alerta a la señales.
Di conmigo: Voy hacia delante y soy guiado. No permito que mi ego se interponga entre mi guía interior y la acción sabiamente dirigida. Hay muchas voces dentro de mí: una voz sabia, otra inocente pero ignorante, otra temerosa, otra pesimista y ¡quién sabe cuántas más! Todas ellas forman mi voz interior con su luz y su sombra. No me estanco, ni me aturdo y reconozco la voz de la sabiduría que, desde mi corazón, me lleva en la dirección correcta. Me centro y busco mi paz para contactar esa voz. Me centro y ¡voy hacia adelante!
Fuente: Marinela Ramírez - Escuela Superior de Tarot, Caracas
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