Es una de las más célebres plantas con las cuales se realizaban sortilegios en la Edad Media y es considerada como el orgullo de las solanáceas; también se la reconocía como la reina de las plantas mágicas. Primitivamente fue sacada a la luz por el sabio Teofrastro, luego por Bruneetto Latei, el sabio del Dante, el cual le asignó un lugar honorable en sus obras; el papel de la mandrágora fue realmente muy considerable, procuraba sueños dorados y ensueños graciosos todo aquel tesoro del que hablaban las fábulas.
Primero Teoflastos y luego Plinio, describieron las extrañas ceremonias que era necesario seguir para recolectar la mandrágora. En la tradición mágica no podían dejar en el olvido las cualidades y virtudes extraordinarias atribuidas a esta planta; en la brujería de la Edad Media se llamó "Mandrágora" a unos personajes familiares al mismo tiempo que bonachones, que se aparecían bajo la fisonomía de hombres enanos, sin barba y con el cabello largo y suelto.
Por otra parte es sabido que la raíz de Mandrágora parece un cuerpo humano; los brujos llamaban Mandrágora a unas muñecas fabricadas con esa raíz, y que bajo estas formas las consultaban en los casos embarazosos todo esto según Martín Antonio del Rió (1551-1608), teólogo y demonólogo belga de origen español.
Los antiguos alemanes también tenían Mandrágora a la que llamaban Alrunes. Reverenciaban a estas plantas como los griegos a sus dioses o como los negros a sus fetiches. Estas mandrágoras no sólo se ocupan de las casas dejadas a su custodia, sino también de todos sus habitantes, eran unas estatuas talladas en raíces de mandrágora a las que se ataviaba adecuadamente y se las guardaba en cofrecitos, todas las semanas las lavaban con vino y agua y a cada comida se les servía vino y alimento. Se asegura que esta superstición que existía entre los antiguos germanos todavía subsiste.
En la antigüedad, Hipócrates aconsejaba su empleo para la melancolía y para combatir los impulsos suicidas; se la consideraba un buen remedio y los consejos que da el padre de la medicina se deben a varios usos señalados por Homero. Con el nombre de Baaras el historiador judío Flavio Josefo describe una especie de mandrágora eficaz para curar a las personas influenciadas por el demonio; de todos modos no nos olvidemos que todo varía en su aplicación o en sus resultados, según el espíritu que las aconseja o la mano que las dirige.
Los Caldeos que se dedicaban a las ciencias, astrología, magia, astronomía y medicina la denominaban jabínhim y le otorgaban más virtudes mágicas que medicinales; allí se explica el sueño extático de los adeptos y los secretos de la iniciación, ya que fantásticas revelaciones rodeaban generalmente los comienzos de una carrera prohibida a los profanos, también se consideraba al Dudhaim considerado en las Santas Escrituras como la misma sustancia que los sirios llamaban Yabruhe y los árabes Ya brunck y se dice que no es otra que la mandrágora descripta por Linneo como Atropa Mandrágora.
Nadie ignora que los persas sobresalieron en las artes mágicas, según opina el científico jesuita Kircher adivinar la simpatía o la antipatía se ajustaban con arte a la personalidad que se sometía a su influencia los poderes ocultos y las virtudes de la naturaleza y también los efectos asombrosos que se producen a partir de ella.
Estos son los poderes hipnóticos de la mandrágora.
"La pócima o brebaje mágico de la historia de Romeo y Julieta estaba compuesta por Solanum somniferum, la belladona, el beleño y el opio." Despertando de su sueño no se siente la cabeza pesada ni se recuerda lo sucedido.
Fuente: Prof. Ana Abraham
publicado por RolandodeSantiago Tarot
Fuente: Prof. Ana Abraham
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